Sus contenidos son amplios y variados y abarcan diferentes visiones del fenómeno de la trashumancia y de la vida tradicional en los Montes Universales, desde las perspectivas histórica, etnográfica y antropológica.

El centro se inauguró en julio del 2001 en Guadalaviar, en un edificio de nueva planta. La colección permanente, integrada por una variedad de objetos y enseres, se expone en vitrinas o asociada a cada uno de los temas anteriores con los que se relaciona. Es un museo planteado según las últimas tendencias de la museología, huyendo de los abigarrados museos acumulativos del pasado, primando la claridad de conceptos a la multitud de piezas y ha sido concebido para ser recorrido con un guía que anima y amplía la información escrita en los paneles.

Primera Planta

La primera planta describe el constante itinerar del trashumante por territorios dispares en busca de pastos invernales, dando lugar en la antigüedad a unas rutas más o menos permanentes, que con el tiempo se convirtieron en las vías pecuarias de la actualidad. La península ibérica cuenta con una complejísima red de estos caminos, llamados según los territorios: azadores reales, en Valencia, cañadas, en Castilla, veredas, en Aragón, etc. Junto a las vías pecuarias, completan la infraestructura necesaria para la actividad pastoril, los abrevaderos, pasos, majadas, sesteros, salegas, apriscos de varios tipos, parideras, corrales, pegueras para la pez, etc. La presencia de una colmena, o fuente de chortal y un abrevadero de gamellón ambienta estos contenidos. La planta se completa con una pequeña sala de exposiciones y proyecciones, oficinas y dependencias auxiliares.

Empegas. La de la izquierda inspiró el logo del Museo de la Trashumancia. Fotografía Antonio Ceruelo, 2000.

Segunda Planta

La segunda planta reúne distintos apartados: la lana, la pez, el son, la historia, la hierba, los recuerdos, el hierro, el fuego, etc. Incluye vitrinas con objetos, ropas y una colección de esquilas. En un pequeño mueble, provisto de auriculares, podemos escuchar algunos de los cuentos y canciones pastoriles recogidos en el archivo de tradición oral y una pantalla da solución a preguntas sobre predicciones meteorológicas. Grandes paneles fotográficos ambientan los contenidos, incluyendo en las salas parcelas de la naturaleza  como único ámbito posible, traslación bucólica necesaria para entender los contenidos etnográficos.

Mesa de sartén utilizada en los chozos. Fotografía Antonio Ceruelo, 2000.

Tercera Planta

Finalmente, la exposición concluye en la tercera planta con la recreación de los ambientes de la vereda y el extremo. Maniquís reconstruyen el hato de los pastores en vereda, con los elementos indispensables para la subsistencia. Una caballería aparejada con la jalma y el atado de pastor, sustenta el hato, guardado en las sarrietas, compuesto por el zaque, los botos, los zurrones, alcuzas, la ropa y, por supuesto los avíos.  El pastor ataviado con sus zagones, leguis y albarcas de correones rememora  las antiguas usanzas en el vestir de los pastores serranos. La última sala es una reconstrucción del ambiente de extremo: rediles, chozo y chocillo en la naturaleza andaluza o levantina.

Cencerros. Fotografía Antonio Ceruelo, 2000.

El universo pastoril es muy variado y resulta imposible encerrarlo en un marco tan rígido como es un museo, nos  conformamos  en  esbozar cortos registros de estas manifestaciones tan extensas. Pretendemos así reflejar tan sólo este espíritu, tan alejado de lo urbano y tan descuidado en la historia de la cultura. Pero lo más importante del museo no es su exposición permanente, sino sus valores inmateriales, sus trabajos de investigación, la recuperación de los elementos con interés etnográfico dispersos por la comarca y la restauración de las piezas inmuebles.